Boletín Internacional / Edición 206 / Enero de 2020 Las discusiones sobre la necesidad de una lucha unificada han aumentado recientemente dentro de las fuerzas democráticas revolucionarias, las organizaciones de trabajadores y los antifascistas en Turquía. Sin duda, esta es una expresión de una búsqueda de luchas más cualitativas y una declaración de intenciones para fortalecer la lucha contra el régimen-jefe fascista. La voluntad y la lucha por la unidad no se limitan a la vanguardia revolucionaria o organizaciones antifascistas de la izquierda. Grandes sectores de la sociedad están oprimidos por las fuerzas oficiales y civiles del régimen del palacio fascista. La represión permanente, el esfuerzo del fascismo por controlar toda la estructura social y la existencia institucionalizada del régimen del jefe fascista, dentro de los sectores más amplios de la sociedad conducen al desarrollo de la necesidad para defenderse y unirse. Sin embargo, dentro de las discusiones en las filas del movimiento democrático revolucionario una parte esencial queda lejos de tomar un camino llevando a una solución. Si miramos lo que se ha dicho, veremos que hay una combinación de opiniones correctas e incorrectas. Como con cualquier otro tema, las soluciones correctas y los resultados correctos solo se pueden conseguir si se hacen las preguntas correctas. Está claro que estos esfuerzos respecto a la teoría y la politica no todos van más allá de las consideraciones subjetivas. Por lo tanto, el método necesario siempre es destacar los problemas concretos de la práctica política. ¿A qué objetivo político debe apuntar la lucha contra el fascismo? ¿Cómo se debe aspirar a una alternativa de poder antifascista? Se sabe que la agenda común en la lucha contra el fascismo tiene gran importancia. Sin embargo, es necesario recordar que la lucha contra el fascismo no necesita soluciones democráticas burguesas. Como el régimen actual no puede cambiar su carácter fascista hacia la democracia burguesa, el éxito de la lucha antifascista es la victoria de una revolución popular democrática. Como muchas veces decía el movimiento revolucionario en el período de ascenso revolucionario de 1974 a 1980: La lucha contra el fascismo es una cuestión de revolución y tiene que apuntar a la existente estructura estatal. Por lo tanto, discutir la cuestión de la unidad en la lucha contra el fascismo no es una discusión sobre la unificación de la acción en el momento habitual, sino la creación de un medio estratégico básico y la construcción de un modo de acción adecuado. Dondequiera que se discuta la necesidad de la unificación, hay que discutir las formas, los medios y la organización de la lucha revolucionaria. En este sentido, la lucha unificada tiene que responder a las necesidades concretas de la lucha. La demanda de una unificación abstracta contra el fascismo, que no implica una lucha concreta y no emprende ninguna acción y ningun trabajo concreto, no puede tener efecto y sigue siendo una simple declaración de intenciones. Entonces queda la pregunta: ¿cuál es la necesidad de la lucha actual, qué medidos políticos serán la palanca de la lucha unificada y la fuente de nuevos impulsos? La cuestión de los aliados determina la lucha unificada y se toma en cuenta las contradicciones en el entorno sociopolítico de la lucha. El MLKP responde a esta pregunta con las contradicciones estructurales entre el estado y la sociedad y, basándo en la libertad política, desarrolló la idea de la revolución unificada y el liderazgo revolucionario unificado. Una estructura estatal que persigue una política de asimilación, destrucción y aniquilación contra una sociedad diversa respecto a las religiones, las culturas, las nacionalidades y las étnias, inevitablemente causa contradicciones y confrontaciones violentas. La resistencia de la diversidad social en contra de las restricciones formativas monistas del estado, ha creado un curso histórico en el que se produjeron levantamientos por un lado y fascismo por el otro. El estado trató de controlar las contradicciones estructurales provocando conflictos entre alevis y sunitas, seculares y religioses, kurdes y turces. Donde eso no era suficiente, siguieron golpes de estado y métodos de reaccionaria guerra civil. En este sentido, se suprimieron tambien los conflictos en base de la contradicción entre trabajo y capital que surgieron desde el desarrollo capitalista. Desde esta realidad, estamos siguiendo la estrategia revolucionaria de hacer fracasar a la táctica de "dividir y gobernar" perseguido por el estado. Esta estrategia se manifiesta con la demanda por libertad política. La bandera de la libertad política se levanta donde el estado produce contradicciones, es decir, en la unificación de les turces y kurdes, alevis y sunitas, religioses y no religioses en contra de la contradicción fundamental e irreconciliable de la sociedad capitalista, la contradicción entre el trabajo y el capital. Esto requiere una actitud programática que reúna a estas dinámicas sociales, las forma en contra del régimen fascista y las convierta en una fuerza social y política. Se trata particularmente de la conexión de la revolución de Turquía con la revolución del Kurdistán. Un entendimiento que no tiene como objetivo unir estas dos revoluciones y sus vanguardias está lejos de una lucha unificada exitosa. Intentar distanciarse de la revolución kurda y sus vanguardias significa no ver que nuestra revolución comenzó en Kurdistán. Como resultado del desarrollo desigual en la relación entre las dos revoluciones, están surgiendo actitudes equivocadas y apolíticas respecto a la Revolución de Kurdistán. Kurdistán es un gran motor revolucionario que puede influir en todas las revoluciones de la región, si se expande la lucha política-militar y se crean las condiciones para una confrontación más fuerte con el régimen fascista. Intentar mantenerse lo más alejado posible de la revolución kurda y cerrar los ojos a su significado, esto es lo mismo que el deseo de permanecer en "aguas seguras" en la lucha contra el fascismo. La necesidad de unidad de hoy requiere una postura defensiva activa. Esta defensa activa asegura la moral de las fuerzas antifascistas y fortalece continuamente sus filas, organiza a las masas populares y desarrolla fuerzas revolucionarias. En resumen, la lucha unificada contra el régimen del jefe fascista se sostiene a) en la lucha política-militar, b) en las luchas callejeras practicamente legítimas y militantes c) en el movimiento de masas y los movimientos sociales. Sobre la lucha política-militar: a lo largo de la historia, el problema de la lucha unificada contra el fascismo también se ha discutido con la cuestión de crear una fuerza de guerra revolucionaria contra el fascismo. Porque la cuestión de luchar contra el fascismo, que es un régimen de terrorismo, también significa la organización de la guerra revolucionaria, que es la única forma que puede derrotarlo. Por lo tanto, las demandas de unidad antifascista, sin considerar la guerra revolucionaria y la lucha política-militar, no tienen objetivos estratégicos y están lejos de la demanda por la revolución. Cualquier tema que vea la lucha contra el fascismo como una cuestión de revolución, también tiene que encargarse con la tarea de aumentar sus herramientos estratégicos básicos. Con la HBDH la revolución unificada de Turquía-Kurdistán hoy día creó este nivel estratégico de guerro, creó un medio que no se debe subestimar. Actualmente se intenta para intensificar la guerra desde las zonas rurales a las ciudades. Otra necesidad de la lucha antifascista es la lucha prácticamente legítima, militante. La importancia de estas luchas callejeras es mayor que nunca en las condiciones en que las calles han sido arrancadas de las masas para liquidar cualquier política revolucionaria. Hay que crear un nivel de acción que lucha militantemente en la calle para superar el estado actual. Y está claro que una forma de hacerlo está la acción revolucionaria. La historia de nuestra lucha contra el fascismo muestra que el primer paso es la unidad de las acciones revolucionarias en la calle. Una línea continua de resistencia que se desarrolla desde la base a pesar de los ataques estatales es una posición en una línea militante. Y también ya existen organizaciones de combate para la organización de la autodefensa de la población y la creación de violencia revolucionaria de masas cuyas fundación ya ha sido planeado con mucha antelación. Estas son los comités de resistencia antifascistas unificados y flexibles que esperan ser movilizados para la revolución. Está claro que, en lugar de simplemente repetir las demandas de unidad, la energía de la vanguardia revolucionaria tiene que centrarse en la organización y el funcionamiento de estos comités en todas las áreas de la vida. Respecto a la discusión sobre organizaciones unificadas en las que se organiza el movimiento de masas. Tal vez aún existen docenas de plataformas, frentes, iniciativas y organizaciones de fuerzas revolucionarias. Parece que el problema es la falta de acción y movimiento. Independientemente de qué nueva organización se construya en la lucha unificada, sin una práctica en la calle, sin una política revolucionaria de las masas, sin cambiar la perspectiva anterior, las nuevas plataformas pronto se parecerán a las antiguas. Cabe señalar brevemente que la forma más avanzada de alianzas, plataformas y unidades de fuerzas se obtuvo el 15 de octubre de 2011 con la fundación del Congreso de los Pueblos Democráticos (HDK). Como resultado de las próximas elecciones poco despues de esta fundación, surgió el Partido Demócrata de los Pueblos (HDP). El HDK, que crea ejemplos de democracia directa en forma de consejos, se ha convertido en un punto de atracción clave en su historia. Si las necesidades de la lucha política cambian y se desarrollan, entonces también se pueden cambiar las necesidades de la política organizativa de la lucha unificada. Hoy tenemos organizaciones que pueden liderar la lucha unificada desde organizaciones de guerra revolucionarias hasta áreas de la lucha legítima de las masas. El uso de energía revolucionaria para fortalecer estas organizaciones contribuirá mucho más al futuro de la lucha unificada que las discusiones abstractas.
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