En la mañana del 20 de marzo, los imperialistas yanquis empezaban, junto con sus amigos fieles, los imperialistas ingléses, con el bombardeo de Iraq. Estos jefes del "nuevo orden mundial" bombardean bajo el pretexto de mentiras "¡para la libertad en Iraq!". Los imperialistas europeos, quienes abren el espacio aéreo y apostan soldatos en la región del Medio Oriente, también soportan esta guerra, aun cuando ellos mismos no están ataquando directamente con los otros. Los imperialistas organizan este masacre para definitivamente hacerse dueño por completo del petróleo de esta región que mo pertenece a ellos.

El objeto de los Estados Unidos allí no sólo es controlar el petróleo del Iraq, sino la consolidación de su hegemónia en Asia y el Medio Oriente. Porque eso es lo que requieren los intereses estratégicos del imperialsmo yanqui.

El mensaje, que los imperialistas quieren dar a la clase obrera, la juventud y al movimiento revolucionario, está bien claro y evidente: "Aquellos, que mandan el mundo, somos nosotros. Vamos a degollar todos los que opone a nosotros". Y la clase obrera y la juventud del mundo responden en la calle. Amenazas y tratos de destruir el movimiento antiimperialista no fueron suficiente. El odio al imperialismo ha crecido poco a poco, de Seattle a Davos aquellos diciendo "¡no a la guerra!" fueron cada día más. La resistencia antiimperialista y la voluntad revolucionaria de los pueblos tenían un papel muy importante para el retraso del comienzo de la guerra actual.

Con el comienzo de la guerra, el odio de los centenares de miles de hombres manifestando en las calles se dirige contra la política de guerra imperialista entera, encabezada por los Estados Unidos. Sólamente este odio puede parar la guerra y la parará.